Preguntas Frecuentes

Nuestra institución es esencialmente filosófica, filantrópica y progresista, cuyos principios son la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; sostenidos por el lema: Ciencia, Justicia y Trabajo.

  • La Masonería no está afiliada ni puede afiliarse a ninguna religión determinada. Elevándose sobre toda clase de discusiones, ofrece a los amantes de la verdad el terreno más apropiado para la inteligencia mutua y la unión fraternal. No reconoce en la investigación científica, ninguna autoridad superior a la razón humana, y rechaza -por lo tanto- las verdades reveladas que aceptan las religiones positivas. Admite en su seno a personas de todos los credos religiosos, sin distinción, siempre que sean tolerantes y respeten todas las opiniones sinceramente profesadas; es decir: exentas de fanatismos, egoísmos y supersticiones.

  • La Masonería no es hoy una sociedad secreta en cuanto a la institución legalmente constituida; las autoridades argentinas le tienen concedida la personería jurídica desde el año 1879, y sus fines son igualmente conocidos por cuanto están enumerados en los estatutos aprobados por el Gobierno de la Nación y ampliamente difundidos en diccionarios, enciclopedias y publicaciones históricas.

    No obstante, en épocas de cruenta persecución que en algunos países se ha lanzado contra la Masonería, es lógico que se hayan constituido grupos de masones discretamente reservados, lo mismo que hicieron los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Sin embargo, no es esta la verdadera motivación del llamado “secreto masónico”. Ese se refiere al estudio e interpretación de los símbolos y ritos de la Orden, de los cuales surge la utilidad de los trabajos realizados en las Logias.

    En este sentido es importante señalar que las sociedades iniciáticas de ningún modo intentan ocultarse, pero su secreto consiste en reservar el conocimiento de los ritos y ceremonias a los iniciados, porque se trataba de un método de perfeccionamiento espiritual; y la Masonería es, por excelencia, una sociedad iniciática.

  • La Masonería es eminentemente tolerante y exige de sus miembros la más amplia comprensión. Todos los masones, de cualquier país que sean y cualquiera que sea el rito que profesen, constituyen una sola familia universal, porque la fraternidad humana es uno de sus principios, y la tolerancia el principal de sus deberes. En la Masonería caben todos los hombres libres, honrados y de buenas costumbres sin distinción de razas, religión, ideas políticas y sociales, profesiones, categorías y posición en el mundo profano

  • La Masonería no es una asociación política ni puede confundir su actividad con la de ningún partido político; pero el masón no debe estar al margen de los grandes problemas políticos de los pueblos y del mundo. En el seno de la Orden Masónica conviven hombres de diversos partidos y de diversas concepciones sociológicas mientras sean respetuosos y democráticos.

    A la influencia de la Masonería y de sus miembros, se deben los grandes movimientos libertadores de Europa y América. La propia Revolución Francesa estuvo muy empapada de los principios masónicos, encarnados en la misma fórmula que todavía irradia luz con la trilogía de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

    El masón conserva fuera de la Logia toda su libertad de ciudadano y puede dedicar el ardor de su entusiasmo al servicio de sus ideales. En la Argentina, la Masonería y sus miembros dilucidaron las dudas y erigieron los pedestales en que la conciencia pública venera las figuras inmarcesibles de San Martín, Belgrano y Rivadavia. Fue la Masonería Argentina la que consiguió el apaciguamiento definitivo de las luchas internas después de la Batalla de Caseros, y hasta la organización Constitucional y la federalización de Buenos Aires. Los Masones argentinos lucharon contra la fiebre amarilla, asistieron a los heridos del Paraguay (creando así la Cruz Roja Argentina), promovieron las leyes del registro civil y del matrimonio civil, y desde hace décadas predica la equiparación de los derechos de la mujer, además de otras numerosas obras de asistencia social y cultural.

  • La Masonería se propone la investigación de la verdad, la perfección del individuo y el progreso de la humanidad. Considera que la moral es tanto un arte racional, como un fenómeno evolutivo propio de la vida colectiva, que obedece a leyes naturales.

    En ese sentido reconoce al Gran Arquitecto del Universo como símbolo de las supremas aspiraciones e inquietudes de los hombres, que anhelan captar la esencia, el principio y la causa de todas las cosas. Para el esclarecimiento de la verdad, no reconoce otro límite que el de la razón humana basada en la ciencia. Exige de sus adeptos la más amplia tolerancia y por ello respeta las opiniones políticas y las creencias religiosas de todos los hombres. Reconoce que todas las comuniones religiosas y políticas merecen igual respeto y rechaza toda pretensión de otorgar situaciones de privilegio a ninguna de ellas en particular.

    La Francmasonería, institución esencialmente humana, trabaja por el logro de sus fines, buscando una más armónica estructuración de la vida sobre bases de amor y de justicia social. Así es que históricamente viene actuando como el tenso resorte que acelera la evolución teniendo en cada etapa de la historia una finalidad determinada de acuerdo con las necesidades y aspiraciones del ambiente.

    Procura por todos los medios lícitos a su alcance, dignificar al hombre capacitándolo, por un desarrollo superior de la conciencia, para el mejor y más amplio uso de sus derechos y libertades. Condena la intolerancia, abomina el fanatismo y declara su repudio por los regímenes de fuerza y de violencia como contrarios a la razón y denigrantes para la especie. Reconoce la fraternidad la condición primordial del género humano; es sustantivamente pacifista y considera a la guerra como un crimen horrendo.

    Estima que el trabajo es un deber esencial del hombre, y como tal le dignifica y le honra, sin establecer distingos ni categorías, pero juzga que el descanso es un derecho y se esfuerza porque la vejez, la invalidez, la infancia y la maternidad gocen de los beneficios del amparo al que son acreedores.